LIGA ENDESA | VALENCIA 78 - MADRID 85 (0-3)

El Madrid es un martillo pilón: octava final consecutiva

Eliminó por la vía rápida a un Valencia que fue puro corazón y le puso las cosas muy difíciles. Campazzo, Randolph y Rudy, sobresalientes. Emotivo adiós a Rafa Martínez.

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El Madrid es una apisonadora: contundente, fiable y regular. Octava final seguida, ocho de ocho desde la llegada de Pablo Laso al banquillo. Se dice pronto y del tirón, pero encadenar una racha así cuesta sangre, sudor y lágrimas. Solo el Barça, que enlazó diez entre 2007 y 2016, le supera en la historia del playoff. A la final y por la vía rápida: 3-0. Todas las señales indican que se medirá al Barça, que le tiene cogida la medida en los duelos directos, aunque para eso habrá que esperar al menos unas horas porque el Zaragoza sigue vivo y ha demostrado talento y carácter.

Los blancos exhiben solo un título esta campaña, el primero y el de más baja graduación, la Supercopa, pero han jugado la Final Four, la final de Copa y están ahora en la de la Liga tras batir a un rival que hizo de la Eurocup la razón de su existencia este curso. Ahí estaba el billete para la Euroliga y de ahí lo sacó en abril. Con el reto cumplido, los dos últimos meses se le han hecho largos.

En este tercer asalto tiró de corazón para tratar de acorralar al enemigo, a sus bases con dos contra unos muy ambiciosos y aguerridos que no forzaron pérdidas (solo 9 el Real y 19 asistencias, un ratio excelente). No bastó. “Son buenísimos”, ha repetido Ponsarnau durante la serie. El Madrid, a excepción de un arrebato de Tavares tras una técnica, tuvo nervios de acero y jugó un gran baloncesto.

Dubljevic y Rudy Fernández

El Valencia lanzó mejor a canasta esta vez, incluso de manera formidable: 65% de dos y 45% de tres. La muñeca de Dubljevic era la bandera del equipo, el sostén de la esperanza taronja. Un pívot rocoso que esconde un enorme talento bajo la barba: 19 puntos (5 de 7 en triples), 14 de ellos en el tercer acto, periodo en el que el rival sentenció el sábado el 2-0 en el Palacio.

En el campeón, la puntería era cosa de Rudy (5 de 10 de tres, algunas de sus dianas rompieron defensas y esperanzas) mientras que Campazzo y Randolph completaron una actuación sobresaliente. El argentino, rompedor como siempre, es ahora el corazón del grupo, sus latidos marcan el camino. Y el americano estuvo tan trabajador como brillante y eso es ir muy lejos, porque lució mucho: 11 puntos con apenas siete tiros, 9 rebotes, 4 asistencias y 2 robos para un +14 con él en cancha. Thompkins, en cambio, solo jugó 6:35 y Reyes ocupó su lugar en la rotación durante la segunda parte.

Homenaje a Rafa Martínez

El Valencia aceleró en el segundo cuarto (34-28) con la energía de Tobey y el acierto de Sastre y de Will Thomas, se mantuvo en pie en el tercero con Dubi y lo intentó a la heroica en el último, con seis puntos seguidos de Van Rossom: 78-79, minuto 38. Llull, por la línea de fondo y a aro pasado, y Campazzo frenaron en seco la insurrección.

Un pulso a la altura de lo esperado con un final no emocionante pero sí muy emotivo. Ponsarnau puso en pista a falta de ocho segundos a Rafa Martínez y la Fonteta le tributó un caluroso homenaje. La afición y todos sus compañeros y rivales se pusieron en pie y no dejaron de aplaudir hasta que sonó el bocinazo. Martínez rompió a llorar. El gran capitán taronja deja el club. Su reto es seguir otro año al pie del cañón.