Hubo sorpresa en cuartos, con un Joventut insurgente, pero la sublevación de los modestos se quedó ahí. La Copa la volverá a ganar el Madrid o el Barcelona por décima temporada seguida (cinco triunfos los blancos y cuatro los azulgrana). El último en romper esa hegemonía fue el Baskonia en 2009. Una nueva final clásica, la segunda seguida y la séptima de la década, aunque la de hoy quizá tenga más miga que otras recientes.

Es en Madrid, donde el Real no gana un título copero desde 1960, cuando, en un hecho sin precedentes, derrotó a su filial, el Hesperia (en 2011, también en el Palacio y con Messina, Anderson y Sada le birlaron el éxito). Y viene el Barça avisando repunte. Se cumple el primer año de Pesic en el banquillo, que ya tiene acordada su renovación. El serbio ha logrado formar bloque, que es como hacer callo: pasión, energía y defensa, señas de identidad de un grupo al que le faltaba solidez.

Un pulso entre el dominador del ciclo, Laso y sus chicos, y el aspirante a proclamar el cambio. Con el entrenador vitoriano el Madrid afronta su 18ª final de 22 posibles entre Liga, Copa y Euroliga, a la caza de su sexta Copa en ocho años, a por su 17º título si añadimos las Supercopas. En ese tiempo, el Barça acumula seis trofeos. Una final repetida, pero no una cualquiera.