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ATHLETIC 0- LAS PALMAS 0

El Athletic y Ziganda no se animan ni con Kepa ni De Marcos

Nuevo ejercicio de impotencia ante Las Palmas, con la pitada de rigor. El equipo de Ziganda tuvo más nervio pero se diluyó a la media hora.

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El Athletic y Ziganda no se animan ni con Kepa ni De Marcos

El Athletic necesitaba un desahogo y Las Palmas no quería ser la víctima propiciatoria, ese equipo al que exponen en el centro del campo para que le desplumen en medio de una carcajada general para firmar la tregua entre una afición de uñas y sus jugadores. El sosiego bilbaíno no se confirmó en la quinta jornada sin ganar. El fútbol sigue a dieta en San Mamés. Ziganda se dejó de arrebatos de entrenador y se refugió en lo clásico: el sistema de siempre, casi todos los futbolistas capitales el año pasado con Valverde (Balenziaga y Muniain están tachado por lesión y San José anda en baja forma) y un espíritu de atizar el avispero con un ritmo alto.

El partido se metió en unas refriegas tremendas de salida, algo que resultó extraño porque no se registran asignaturas pendientes ni entre los protagonistas del juego ni entre las entidades. Hasta el punto de que Aduriz, que diez minutos antes había recibido el premio al mejor jugador de enero por su fair play, ya andaba en una guerrilla con Chichizola y Navarro. El árbitro lo atajó con una amarilla para el ariete donostiarra y otra para Ximo. Aritz estuvo toda la velada jugando con fuego, lo mismo que Calleri. Y lo de Raúl García ya no digamos: por un empujón tonto con el balón parado, vio la amarilla que le aparta de pisar el Wanda Metropolitano por primera vez. Sin los dos veteranos a visitar al Atlético.

La locura se instaló por un momento. Y en ese desmadre, en el minuto tres y medio, en una falta en tres cuartos, Yeray, el hombre más querido por la afición por la puñalada que le dio la vida hace más de un año, marcó un gol que fue anulado por una falta previa de Rico a Míchel Macedo. Luego llegó un clásico de Jémez, un técnico que vive en la exageración: a la media hora quitó a un perplejo Toledo y puso a Tana. No había una razón objetiva porque la banda diestra amarilla no era un coladero, pero los mundos del técnico cordobés, sólo se entienden con un par de carreras universitarias en 'Paquismo'.

Tras media hora volcánica, con el Athletic recuperando la presión adelantada y metiendo muchos voltios, el equipo local volvió a su siesta habitual. Y en estas, Las Palmas, que tejía como podía el juego a ritmo carnavalesco, pisó área, aunque Tana se escoró mucho y su pase a Viera, que lanzó fuera, no fue de lo más aseado..

El otro fútbol se apoderó de la escena. En 50 minutos se registraron 30 faltas. Un absoluto bochorno entre dos equipos que en pretemporada juraron ante el libro sagrado del fútbol que no maltratarían la pelota. Broncas, brazos abiertos con golpe posterior, protestas… un rollo. La gente la tomó con el colegiado pero es que aquello era una trinchera con espinas. Los jerarcas del ataque eran sólo tipos protestando, la meta contraria era secundario para ellos. Eso sí, con su maniobra lenta, Las Palmas tuvo otra, en pies de Nacho Gil en el 61, que sirvió para ver por fin a Arrizabalaga tras su flamante renovación.

Solo 33.600 fieles presenciaron el partido, la segunda peor entrada de la historia en Liga en San Mamés, sólo por delante de los 33.625 del 5 de marzo de 2017, en la visita del Málaga. La noche no invitaba a explorar la grada del flamante estadio, pero es que es significativa tal deserción: la gente no quiere ir a pasar frío y bostezar, para eso se queda en casa. Por ir salpicando ocansioncillas entre dos equipos sin colmillo, Susaeta tuvo una de cabeza clara pero no es su fuerte. Esta vez Ziganda tenía un banquillo más coherente y sí disponía de arsenal variado. Puso a Beñat para tener más balón y levantó le castigo a Córdoba para dar chispa en el costado. Por casta, los leones acabaron embotellando a su enemigo la final, más por empuje y centros laterales que por juego. En el miniarrebato final, Williams profundizó y una vez más fue miope en el último metro, tenía solo a Aduriz por el centro pero la chupó y paró Chichizola. Luego Aritz asistió a un Córdoba que no pudo recogerla. Fuegos de artificio a una noche infame, Otra más. Las Palmas no dejaba su puerta a cero como visitante desde el 19 de marzo de 2016 (0-1 en Anoeta). Iba para dos años, pero este Athletic, que nació con ganas de reivindicarse, se fue a la cama son su aspecto pálido de siempre. Ni las caras nuevas de Kepa y de Marcos le reaniman.